viernes, 23 de diciembre de 2011

Aunque no creas tú, yo era alguien con miedo.

Sé sincero, por una sola vez dime la verdad. Que no quieres, eso ya lo se. Que no apetece, depende el momento. Que mi humor en este momento no es el idóneo. Que una simple chispa será capaz de encenderme. Que me encanta ser el centro de atención, y sabes que si es el tuyo mucho mejor.
Pero, qué te voy a contar. Si tú a mi no me conoces. Por no saber, no sabes mi fecha de cumpleaños, mi color favorito ni los kilómetros que nos separan. No conoces ni uno de mis sueños, y mucho menos las pesadillas. No tienes ni idea de cómo me siento cuando dicen mentiras de quien me importa. Tampoco sabes a qué hora me levanto y acuesto. Por no saber, no sabes nada. ¿Sabes por qué? Porque en estos cinco meses TODO ha cambiado. Hemos pasado de hablar a todas horas a una vez a la semana, sin más conversació que dos simples privados. ¿Y qué? Que te sigo queriendo, sí. Y, no, esto no es ninguna carta de despedida. Pero, ahora mismo, si me preguntaran, del uno al diez, como soy de feliz, diría que un -5. Sí, parezco injusta, pero, ¿Por qué las tías tenemos que ser las noñas cursis que no paran de llorar y los tíos son los que no sufren y son capaces de aguantárselo todo? Sinceramente, yo me he tragado mi ego mucho más que todos vosotros. He sido capaz de anteponer mi felicidad a la de alguien que no daría nada por mi. Detrás de esos ojos que parecen no haber derramado una sola lágrima nunca, se esconden sentimientos desbordados por las ansias de poder expresarlos. Detrás de unos puños que han derramado sangre se esconden las caras de temos de niños sin infancia. Hoy, a 23 de Diciembre de 2011, estas manos que no han derramado sangre jamás, y estos ojos que no paran de llorar, son capaces de hacer frente a más problemas de los que tendrás tú en toda tu vida. No son las notas las que me torturan. Tampoco el matón de turno que te pone motes sin sentido para mofarse escondiendo su envidia. Es algo distinto. Una mezcla entre soledad, asco, tristeza y odio. Una mezcla explosiva, como una bomba con cuenta atrás. Tarde o temprano, explotan. En forma de odio, rabia, ira, llanto.
Yo soy mucho más fuerte que tú, chabal. No siempre es el chico el que protege a la chica. No siempre es la chica la que llora por el chico. No siempre te sientes así. Te sientes como una hija de puta que no sabe controlar su rabia. Te sientes como una niñata caprichosa. Hay momentos en los que antepondría las ocho letras de mi nombre a las simples seis letras del tuyo. ¿Y qué? Estoy dispuesta a luchar por lo que quiero.


Y si duele, aprieta los dientes y sonrie.

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