domingo, 20 de noviembre de 2011

Tengo ganas de ti.

Y en un instante recuerdo todo lo que no e podido decirte, todo lo que hubiera querido que supieras, la belleza de mi amor. Eso es lo que hubiera querido mostrarte. Yo, simple cortesano admito en tu corte, arrodillado delante de tu simple sonrisa, frente a la grandeza de tu reino hubiera querido mostrarte el mío. Sobre una bandeja de plata, abriendo los brazos en una reverencia infinita, mostrándote mi regalo, lo que sentía por ti: un amor sin límites. Aquí tienes, mi señora, ¿ves?, todo esto es tuyo. Sólo tuyo. Más allá del mar y en el fondo, allíabajo, más allá del horizonte. Y aún más, más allá del cielo y de las estrellas, y aún más, más allá de la luna y más allá de lo que se esconde. Eso es, éste es el amor que siento por ti. Y más aún. Porque esto es sólo lo que podemos saber. Te amo por encima de todo aquello que no podemos ver, por encima de lo que no podemos conocer. Ya está , eso es quizá lo que tambien hubiera querido decirte. Pero no pude. No pude decirte nada que tuvieras ganas de escuchar. ¿Y ahora? ¿Qué podría decirle ahora? ¿A quién puedo mostrarle las maravillas de ese gran imperio que le pertenecían?

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